22 noviembre 2006

El retorno de Mr. Marshall

Hagamos repaso de historia del cine español: en Bienvenido Mr. Marshall, un pueblito cochambroso se engalanaba y maquillaba su realidad para recibir al artífice del Plan Marshall, que se rumoreaba que visitaría aquellos lares. Finalmente, el americano pasa de largo, tornando así inútiles los desvelos de los lugareños. Berlanga dio una esplendida y tragicómica visión de cómo a los españolitos nos gusta aparentar y hacer la pelota. Pues la cosa va a reeditarse estos días en Canarias.

Sus Majestades los Reyes de España van a visitar el archipiélago durante cinco días, y ya desde hace algunas jornadas están revolucionados en todos los municipios por los que pasarán, repintando, reparando y engalanándolo todo para tapar sus vergüenzas.


Tengo al Rey por una persona inteligente, así que supongo que será consciente de que todo lo que va a ver a lo largo de estos días (y también gran parte de lo que va a escuchar) es una burda mentira. Si realmente está interesado en conocer la realidad de las islas, debería hacerlo de incógnito y sin avisar: descubría, no sé si con sorpresa, que en verdad no está todo tan bonito como le harán ver, y que, por ejemplo, ese tranvía tan mono en el que le van a subir realmente no funciona.


(Por si no lo saben, Tenerife lleva un año con las entrañas al aire porque al presidente de su Cabildo se le metió en la cabeza construir un tranvía. A día de hoy no está en marcha y las obras para montar sus vías provocan un caos de tráfico que ríete tú de Godzilla con hemorroides arrasando Tokio. Y la cosa empeora, pues para que sus majestades puedan darse una vueltita en el cochecito leré, han trazado unos desvíos provisionales que, en comparación, el laberinto de El nombre de la rosa es un burdo pasatiempo de revista barata. Perdonen que esté hoy tan hiperbólico, la retórica me puede a veces).


Como ciudadano, me produce vergüenza ajena ver el baboseo que ya antes de la real llegada están desplegando nuestras ¿dignísimas? autoridades en forma de solemnes bandos publicados en prensa y entusiastas manifestaciones varias. Basta con ver los itinerarios que le tienen previstos a sus majestades para comprender que todo esto va a ser una farsa… de nuevo.

Casi tan ridícula como cuando hace un par de meses el presidente Rodríguez Zapatero se personó en Los Cristianos (Tenerife) para conocer in situ la realidad de la llegada de cayucos a la isla, y en su lugar disfrutó de una vista despejada, fermosa y esplendorosa, porque días antes las autoridades locales habían retirado las polémicas embarcaciones para que el presidente no las viera.


Este blog es sobre cosas que se ven y se oyen, aunque hoy ha tratado sobre lo que el Rey no verá ni oirá. Y para que no me acusen de republicano recalcitrante (que lo soy), que conste que esto no es una crítica a los reyes, sino a los políticos que se aprovechan de su figura para ganar réditos electorales.

(Foto: Mítico momento de la película de Berlanga: "Como alcalde vuestro que soy...")

16 noviembre 2006

Sobredosis de House

No me refiero a que me haya pegado un atracón de música electrónica de los 90, sino a la serie acerca del famoso médico americano, el Dr. House, interpretado magistralmente por un británico, Hugh Laurie. Tras haber caído a sus pies durante la primera temporada, en la que no fallé ni un solo capítulo ante el televisor (creo), he descubierto que la segunda me está empezando a cansar.

El problema es que visto un capítulo, vistos todos. Comprendo que esa es la filosofía de toda serie de televisión (ya la propia denominación del formato lo indica, serie, es decir, repetición), pero también es cierto que en unas se nota más que en otras. A este paso, House está entrando en el peligroso terreno de El equipo A o Se ha escrito un crimen, cuyas tramas eran siempre las mismas, variando únicamente el nombre de los personajes y la localización (en House ni siquiera eso: siempre sucede en el mismo hospital).

Llega un paciente con síntomas que indican una enfermedad concreta, pero House, por ciencia infusa y porque es más chulo que nadie, dice que no, que es otra más rara. Discute con su jefa, pone en ridículo a sus colegas y al propio enfermo, le hace mil y una perrerías médicas al pobre paciente que no se sabe muy bien cómo resiste, y al final su teoría se confirma. Así un capítulo tras otro.

Reconozco que aún la veo porque me hacen gracia las burradas que dice el personaje, y quizá esa sea la única razón que explique su éxito. Ahora bien, si me encontrara al eminente doctor en la vida real y en plena crisis de salud me soltara alguna de sus genialidades, creo que lo dejaría inválido también de la pierna que le queda buena, de la manera más dolorosa posible.

Ya se empiezan a escuchar por ahí historias de terror sobre doctores reales que, inspirados por este personaje, manifiestan similar desprecio por sus pacientes. Sé que los médicos soportan mucha presión y están quemados. Pero lo mismo les sucede a los familiares de los pacientes de la UCI, así que por favor, déjense de mandangas… o aténganse a las consecuencias: disturbios en urgencias (¡qué bonito titular!).

Al principio veía de rebote Anatomía de Grey porque la emitían inmediatamente después de House. Pero con el tiempo, he de admitir que me gusta más ese folletín sentimental-hospitalario que la serie del médico cascarrabias, a pesar de que su trama principal,el romance frustrado entre el "doctor macizo" y la petarda protagonista, me empieza a hartar con tanto mohín y miradita en el ascensor.

Pero aquí hablábamos de House, y si no mejora, temo que le suceda lo mismo que a Luz de luna y Ally McBeal, series que comenzaron rozando la genialidad y terminaron siendo tostones insufribles.

09 noviembre 2006

Honor y gloria para Basil Poledouris

El pasado de 8 noviembre, el cáncer venció la batalla al compositor de música cinematográfica Basil Poledouris. Era uno de los mejores, o por lo menos uno de los que más me gustaba, y una de las principales razones por las que me hice aficionado a este mundillo de las bandas sonoras.

En julio de este año lo pude ver en persona durante cuatro días maravillosos en Úbeda. Ya estaba visiblemente enfermo, pero con ánimos suficientes para ensayar y dirigir un concierto que, a pesar de una deficiente orquesta, nos hizo vibrar a todos los asistentes.

Poledouris llevaba unos años de capa caída, trabajando cada vez menos y sin ilusión. De hecho, confesaba a quienes asistimos a ese congreso que pensaba que ya era una figura olvidada, y se sorprendió y emocionó al comprobar la cantidad de aficionados que nos habíamos congregado en la pequeña ciudad andaluza para rendirnos ante su música. Quiero pensar que de algún modo fui partícipe de un momento especial en la vida de este hombre que demostró, además de su altura artística, su coraje.

Esta década está siendo terrible para la música de cine: ya se han ido Jerry Goldsmith y Elmer Bernstein, los últimos clásicos, y Michael Kamen, qua aún no llegaba a los 60 años, y el propio Poledouris, que con 61 años aún tenía mucho tiempo para resurgir de sus cenizas. Como aficionado, siento que cada vez tengo menos alicientes, ya que se me están marchando los más grandes, y no veo en los que quedan figuras capaces de compararse a ellos.

En todo caso, siempre podré repasar Conan, Robocop, El lago azul, Los miserables, Los señores del acero, La fuerza del viento y tantas músicas excelentes para películas no tan excelentes que nos legó Basil. (El rimbombante titular viene a propósito del título de un recopilatorio dedicado a la música de Poledouris, titulado precisamente Honor and Glory: hoy más que nunca, distinciones que este compositor merece sin dudas).

Actualización del 13/11/06

Los chicos de Bsospirit han colgado en la web la entrevista que les concedió Poledouris en Úbeda, y un video que se proyectó en el mismo lugar, con un repaso audiovisual por la carrera del maestro, y que sirve como homenaje a su figura:



(Foto: Poledouris en Úbeda, el pasado julio)